miércoles, 16 de enero de 2013

LA GALLINA TONTA



Un gran gallinero había en un cortijo, con sus gallos y gallinas.
Cuando el sol abre sus ojos todos arriba al canto de los hermo-
sos gallos cantarines. Las palomas arrullando a sus parejas, las
gallinas con sus polluelos detrás, y todos libres y dispuestos para
comer a la potente voz de un muchacho que va llenando los co-
mederos y bebederos. Y así empieza un nuevo día en la libertad
de un gallinero en la naturaleza.
Cuando todos están hartos de comer, las gallinas van todas al po-
nedero a depositar los huevos. A la caída de la tarde, cuando el
sol se pone rojo en el horizonte empieza la recogida de los gallos
y gallinas llamando a sus crías, todos para dentro del cortijo,só-
lo quedan fuera los perros vigilantes. ¡Pero falta una gallina!, na-
die la echó de menos. Al día siguiente la gallina cansada se puso
a beber en un gran charco, pegó un salto cuando vio un enorme
sapo que la miraba fijamente y le dijo:¡O dios, que susto me has
dado!, pero no tengo ganas de hablar. -¡Ni yo de oírte!- le dijo el
sapo, porque yo estaba muy tranquilo en la charca refrescándome
y además veo que hoy no es tu día, así que adiós y muy buenas.
El sapo hizo intención de saltar cuando oyó la voz de la gallina
que le dijo: ¡Vale vale, no es para tanto!- ¡Pués entonces desem-
bucha, porque te conozco y lo estás deseando!.apuntó el sapo.
-Es que no se por donde empezar.
-¡Ni que fuera un libro! Por la facha que traes con esas plumas
más bien pareces un plumero.
-Te creo.
-Pero no importa, dijo el sapo, desembucha, yo te entiendo.
-Pues allá voy, en ti confió, y le dijo de sopetón: La tonta mis
compañeras me llaman, y lo peor es que yo me lo creo, creyendo
que les hacía favores criándole a sus crías, y  me han decepcionado.
Ellas me traen los huevos y yo se los incubo dándoles calor día
tras día, hasta que salen del cascarón, y ni reconocen mis esfuerzos
ni me dan las gracias.
El sapo la escuchaba y la miraba. Ella seguía y seguía hablando sin
parar.
-Los gallos se ríen de mi porque dicen que soy una pobre fregona,
ellos se pasean orgullosos con su prole y coquetean con sus gallinas
sin reconocer que yo soy la que se los cría, y no me da tiempo ni pa-
ra alisarme las plumas,¡Porque ya es obligación el criarselos!.
-El sapo le dijo: ¿Has terminado? Pues respira hondo y descansa. Te
diré lo que pienso, por un lado te diría que eres tonta, pero no lo eres,
no tienes ni una pluma de tonta , y por eso no te arrepientas de lo que
hiciste y me dijiste, que eso es el don más maravilloso de la naturale-
za ser madre, y tu lo tienes. Pero piénsatelo bien.
-Gracias buen amigo, ya lo veo claro, se acabó el ser madre adoptiva,
sólo criaré a los míos.
Al día siguiente, se vistió de coquetona, y a pasear.
Las otras gallinas que no estaban acostumbradas a sacar crías se les
quedaban los huevos hueros, y los gallos comprendieron el engaño de
las gallinas coquetonas.
Y el sapo contaba esta historia de la gallina tonta que sólo quería un
poco de amor y  comprensión.





No hay comentarios:

Publicar un comentario