miércoles, 18 de julio de 2012

SUPERSTICIÓN.

Un burrito penco, rebuznón, todo lo que se le pueda llamar
a un animal como el que yo tengo. No se si para bueno o
para malo, que yo lo encontrara y me lo quedara. Fui al pue-
blo por un recado para mi madre, y se me olvidó. ¿Que me
pasó? ¿Como le llamaría yo a ésto: la providencia, casualidad
o ser un gafe y tener el cenizo? Vi una moneda en el suelo, fui
a cogerla, pero un coche la aplastó y sólo se veía un ojo en la
moneda. Corriendo con mi moneda entré en una tienda para
comprar algo que comer para mi y mi burrito, di mi moneda y
sólo vi que me dijeron:¡Fuera de aquí!. Y me tiraron la moneda
encima. Yo me dije ¡que bruta son la gente, y eso que es de
plata!. Tan cansado estábamos mi burrito y yo que nos senta_
mos en la hierba a descansar. Pasó un hombre con una camio_
neta y nos dijo que nos subiéramos. Y así lo hicimos. Cuando
bajamos le dí las gracias, y en agradecimiento la moneda, vi co_
mo la cara le cambiaba de color, me tiró la moneda y me dijo:
¡Que no te vea más por aquí! Nos fuimos corriendo, cuando
sentí que una de las ruedas de la furgoneta estalló, y me dije: por
maleducado.Yo pensé: tengo una moneda de plata y yo con más
hambre que un lagarto detrás de una pita. Pero no culpé a la mo
neda del hambre. El burrito corría y yo detrás. Pasamos por una
casa de juego. Un joven me miró y me dijo: Eres menor, no pue-
des entrar, jugaré por ti. Tengo sólo una moneda de plata , nadie
la quiere, no se porqué nadie se queda con ella... y tengo hambre.
Dámela, el juego es suerte y no superstición. Esperé a que saliera
y me tirara la moneda a la cara. Pero no fue así. Salió con una son-
risa en el rostro, y en la mano una bolsa de dinero , y me dijo: Esto
es tuyo, con la moneda me quedo yo. Nunca lo conté porque ni yo
mismo me lo creía. Compré más comida de la que mi madre me en_
cargó; y el burrito encontró un amigo.
Suerte, superstición, nadie lo sabe:"El destino".

LOS RECUERDOS.

¿Que sentimos cuando vivimos de los recuerdos?
El sino se encarga de jugar con ellos.Nací en una
humilde casa, el cielo era mi techo, dormía bajo las
estrellas; la luna, mi amiga verdadera: todo se lo contaba.
La naturaleza mi escuela. Sabía el ruido del aire cuando
rugía la tormenta, el sonido del agua corriendo por los
arroyos. Me gustaba nadar como los peces, corría como
los cervatillos. Me decían que era fea, ¿qué me importaba
si era feliz con lo que tenía?. Esa era mi vida y estaba con_
tenta. Pero el destino me reservaba algo que nunca me ha_
bría imaginado.Cuando fui mayor me colocaron en casa de
los "señores" como mis padres les decían. Tenían varios hi_
jos, y uno de ellos era ciego; por lo visto me querían para
ser su lazarillo. Al principio me topé con una persona huraña
y mal educada, tenía que aguantar todos sus caprichos.
Recuerdo que mi madre me decía: Tendrás que ser paciente.
Pero aquella no era vida, me ahogaba. Y un día le dije:
Daremos un paseo y harás lo que yo te diga.-Tu que sabes
desgraciada-, me contestó. Pues creo que estaremos todo el
día sentados al fresco;  yo sé vivir, algo que tenemos todos los
que nacemos y vivimos en la naturaleza, y tú poco sabes disfru_
tar de ella,"señorito". Él se quedó callado y pensó que aquella
muchacha no era como se imaginaba. Si te dejas llevar por mí,
te repito, te haré vivir en mi paraíso. Daré vida a tu vida, te en_
señaré el contacto con los animales, el de la lluvia en el rostro,
la luna con sus encantos y los pájaros con su trino.El muchacho
cambiaba, todos lo notaban, ya no era huraño, era amable;
deseaba que llegara la muchacha de voz dulce y manos agrada_
bles. Sus vidas se unían, sin saberlo, cada vez más fuerte. Hoy,
le dije , te haré volar como los pájaros: y en un columpio entre
los árboles reíamos y reíamos... Los días pasaban llenos de ilu_
siones. Empezamos a vivir los placeres del amor. Agarrados de
las manos éramos felices como nunca lo habíamos sido. Pero el
destino quiso algo diferente...Un día me cogió las manos apreta_
das y me dijo: Me marcho a la ciudad, voy a operarme de la vista.
El corazón me dio un vuelco. Pasaron los meses, y un día me en-
teré que los señores habían vuelto.Corrí a la casa, como todos los
empleados, para ver al señorito que había recuperado la vista.
Pero él llegó y al verme dijo: ¿Quién es esa muchacha tan fea?
Todos empezaron a reírse. Agaché la cabeza sin decir nada. La
madre del muchacho le dijo: es tu lazarillo. Se quedó helado, no
supo que responder, demasiado tarde de lo dicho. Al cabo de los
años, él recordaba su vida detalle por detalle y así lo escribió:
Había marchitado la flor silvestre más maravillosa de su existencia,
la buscó pero nunca la encontró. Su vida era  una rutina. Por eso a
veces iba al jardín, cerraba los ojos y cogiendo su bastón con tanta
fuerza que imaginaba las manos de la muchacha,  que tan bella era
por dentro, y le dio sus ojos para enseñarle a ver la verdadera vida.





lunes, 16 de julio de 2012

EL GATO.

Un muchacho asomado a la ventana de su casa se decía: - ¡Si yo me
marchara de este pueblo creo que mi vida cambiaría!.Dicho y hecho.
Estaba decidido a probar suerte. Pero cuando se iba a retirar de la
ventana, ¡Zas! un gato negro saltó de la calle y le cayó encima.¡Horror!
Aquel animal le traería mala suerte; lo cogió por el rabo y lo tiró en medio
de la calle, y le dijo:-¡ No quiero verte más por esta casa! -Pero al cabo
de varias horas se arrepintió de lo dicho, se asomó varias veces y no vió
al gato. Pasaron los dias y nada, como si se lo hubiese tragado la tierra.
Pero una tarde, ya cansado de asomarse a la ventana, vió una sombra que
 se movía. Se horrorizó y salió a la calle, pero no vió a nadie. -¿Dónde dia_
blos estás? -.Se lamentó de lo dicho cuando escuchó una voz que le decía:
-¡ De que te quejas, tienes lo que te mereces insensato! -¿Quién sería su
conciencia o el gato? Pero por mucho que miraba nada veía. Le entró el
pánico y se acostó. Pero de pronto, corría y corría; no corría, volaba. Sentía
aullidos y más aullidos, se alivió al ver al gato, ¡pero! ¿Con quién estaba y
quién era su acompañante? ¿Tal vez el diáblo con pata de cabra y toda su
corte saltando y gritando dándose un gran festín? El gato se comía los pollos
 y conejos enteros con plumas y pellejos, todo lo que se le ponía por delante.
De pronto sus ojos querían salirse de sus órbitas: el gato crecía y engordaba
como un globo.¡Horror de un momento a otro estallaría! La cabeza le daba
vueltas. Iba a desmallarse cuando algo le golpeó en la espalda, creyendo que
sería el gato chilló. Su madre lo despertó y le dijo:-Mira Pedro, todos los
ratones que el gato ha matado ésta noche.
¡Oh gracias Señor porque todo ha sido sun sueño!.

  • LA RATITA.
Érase una vez una familia de ratones: los padres, tres
ratoncitos y una ratita.
A pesar de vivir en una buena casa, estaban pasando
mas hambre que un lagarto detrás de una pita. No vi_
vían solos, pués tenían como guardián a un gato pelu_
do, con unos bigotes larguísimos, unas uñas bien cui_
dadas que cuando las sacaba, daban miedo; un olfato,
que nada más asomar la cabeza los ratones del escon_
dite, por muy despacio que lo hicieran, los olía rápida_
mente. Y, ¡ Ahí está la odisea! Como decía la ratita.
Carreras para arriba, carreras para abajo, zarpazos por
todos lados hasta encontrar escondite. Estaban deses_
perados, hambrientos y hechos polvo de tanto correr.
El gato mimado por su dueña,  tenía un gran cojín de
seda, se echaba en él al lado de un tazón de leche, ga_
lletas de todas clases, y a dormir con un ojo abierto y
otro cerrado, y aquí me las den todas. La familia de
ratones tenían la comida al alcance de sus bocas y no
podían hacer nada para cogerla. La ratita que veía todos
los días la misma historia se dijo: ¡Se acabó  pasar
hambre!  y le dijo a su madre: - he oído decir que los ga_
tos tienen el olfato en los pelos del bigote, y yo voy a
averiguarlo. - ¡No sigas por favor, me da miedo lo que
en tu cabeza le estás dando vueltas, porque sé lo que
estás pensando!.
 - Mamá, no te preocupes por el miedo, más dá el hambre
y algo se me ocurrirá. Dicho y hecho, a la mañana si_
guiente esperó a que el felino se pusiera cómodo en su co_
jín junto al gran tazón de leche, y se puso tan despacio
como pudo cerca de él. -¡Hola! le dijo con dulzura. El ga_
to pegó un salto que la ratita no supo que hacer, si correr
o quedarse. Estaba muerta de miedo viendo como las uñas
despacito, despacito al gato le iban creciendo. Para ella
misma se dijo ¡Ahora o nunca!. ¡Quieto! - le dijo duramente -,
te voy a proponer un plan, que creo que si me escuchas te
va a interesar, y te lo voy a decir, porque después de lo
que nos haces pasar a mi familia y a mí, me das pena.
-¡Y si no te creo! - le dijo el gato.
-¡Comemé! - le contestó la ratita.
- ¡Así lo haré, lo haré ... !
La ratita empezó su relato: - he visto como te dabas lame_
tones en las patas, y después en la cara -. La ratita viendo
que la escuchaba con atención, siguió hablándole de su
plan, - esos son unos bichitos tan pequeños y peligrosos que
se crían en la piel, y el pelo poco a poco se te va cayendo.
Y tú sabes que eres el orgullo de tu dueña por lo sedoso de
tu pelo, que ella suele acariciar con pasión, y si te pasara
algo en él te verás en la calle como gato callejero.
El gato al escuchar las últimas palabras le dijo:  - ¡Y tú quién
eres, miserable rata para decirme eso, y además ahora te vas
a ver en mi boca! - y le enseñó los dientes.
- ¡Eh, eh, eh... a mi me da lo mismo, pero tú piénsatelo! Yo soy
tu solución  - pero eso se  lo decía la ratita mientras corría
que se las pelaba para encontrar su escondite. El gato viendo
que corría como gamo le dijo: - ¡Me lo pensaré! -. Y ella le apun_
tó: - ¡Pués date prisa o te quedarás calvo!.
Poco a poco, se ganaba la confianza del felino, y un buen día
de golpe a porrazo le dijo: - Tú ganas, acepto.¡Pero ya sabes lo
que os espera a ti y a tu familia si me engañas!.
- Te juro que ésto no se te olvidará nunca, le contestó la ratita.
Cuando la ratita se lo dijo a sus padres,  temblaron de pies a
cabeza.- ¡Pero no te das cuenta que serás la merienda del gato!
le gritaron . - Tranquilizáos, que está todo pensado.
La ratita le dijo al minino: - Estoy preparada, ¿Y tú?.  - Sí -, le con_
testó -. pero antes, te voy a decir que te va a molestar un poquito
porque los bichitos están agarrados en la piel, y tendré que ti_
rarte muy fuerte, pero yo creo que tú no eres un gallina, (aun_
que yo te veo como un plato de queso, pensó la ratita.) Siguió
hablándole , - tú cierra los ojos y yo hago lo demás-, primero le
rascó la cabeza hasta llegar a los pelos del bigote y, ¡Zas! en_
tre ¡Ay! y ¡Ay! los bigotes le iba arrancando uno tras otro. Y
así el gato quedó sin olfato; pero tan contento quedó, que dor_
mía todos los días como un lirón... y los ratones tuvieron con
toda tranquilidad la comida que quisieron.
Éste fue el ingenio de una ratita que salvó a su familia de ser
maltratada por las garras de un gato malcriado.



domingo, 1 de julio de 2012

EL MÚSICO.

Voy a relatar mi historia, tal vez para descansar mi conciencia o recordar mi vida, pués no sé si obré bien o
o mal,  pués mis fuerzas ya me van abandonando.  Tengo tantas preguntas sin respuesta:  ¿Porqué vivíamos en aquellos lugares, que con la escaséz de lluvia todo estaba seco, pedregoso y solitario? ¿Qué misterio era aquel que mantenía escondida a mi madre en aquellos parajes? Nunca me lo contó: sólo el viento lo sabía.
Yo iba creciendo; como todo niño vivía de la fantasía. ¿ Pero, ha valido la pena? Nunca se lo pregunté al tiempo. Mi madre me decía: si contemplas la luna, la verás en el monte más hermoso nunca visto.           
Yo miraba...  no veía nada  ¿Sería fantasía de ella o quizás de su alma?  Solo veía palomas que volaban, pero poco duraban; los cuervos al acecho las devoraban. Siendo aún  pequeño, le preguntaba por nuestras vidas, pero ella callaba y callaba. Un día,  mirando el fuego,  vi en sus ojos que algo le atormentaba, quizás  fuera por los estragos que el transcurso del tiempo le causaba en el interior de su cuerpo y en su corazón. Era feliz en mi niñéz, con todo lo que la naturaleza me daba,  y con ella a mi lado. Pero un maldito día vi como la muerte me arrebataba a la que tanto quería. ¿Que hacer sin ella? Me horrorizaba pensarlo. No había visto otros parajes  más que aquellos. Entonces vi como mi madre me
cogió las manos y me dijo: Éste es mi destino, busca el tuyo, eres fuerte.  ¿Que se-
ría el destino? ¿Los árboles que me hablaban con sus ramas, las piedras con sus encan-
tos, el viento con su silvido,o tal vez las noches con sus estrellas? ¿Que hacer sin ella?
No había visto otro mundo más que aquel. Entre mis manos, mi madre,  me puso un trozo de tela escrito con su sangre. ¿Quién fué ella y qué otra vida tuvo?  Nunca lo supe, y ahora buscaba respuestas.
La enterré en el árbol más frondoso.La noche se me echó encima. Miré para la luna y sólo veía estrellas. Recorrí campos y villas preguntando por una dama que desapareció en circunstancias extrañas.
Míraba escudos de grandeza... de buítres o palomas , pero nadie contestaba ¿Qué misterio
se escondía que nadie me daba noticias, ni las damas alcahuetas de cabezas alocadas, ni
las doncellas de casas ilustres?  Cansado de preguntar, volví a visitar la tumba de mi madre, y vi sorprendido como los cuervos rodeaban los huesos completamente limpios de la que fué mi vida, como si fueran guardianes de ellos. ¿Qué secreto sería, del cielo o de la tierra? Los cuervos desaparecieron.
Fijamente miré los huesos como si viera notas de música en ellos, y me vino esa paz de
espíritu, cuando recogí mi tesoro, como nunca había sentido. Fuí músico con mis valiosos instrumentos. Cuando mi boca se posaba en preciosas notas yo notaba que otros labios se posaban en los mios. Nunca pude descifrar lo que con su sangre escribió.¿Qué encerraba su alma: amor, odio, o tal vez quiso tanto que tuvo miedo a destrozar un amor imposible? Nunca me lo dió a entender, que su grandeza de alma era tal, que se trajo consigo parte de un corazón partido.Ya músico, con estos instrumentos,  recorrí pueblos y ciudades. Nadie más que yo podía  tocarla...  y en un convento se exponen en una tumba sin nombre.