lunes, 5 de septiembre de 2011

La Luna.

   La Luna sintió su pena cuando la miraba a ella aquel muchacho
valiente, con esa sangre torera.
  Cuando en las noches estrelladas acostado en una hamaca a la
Luna con la mirada le hablaba.
   Ella sabía que sus labios palabras no pronunciaban, solamente
la mirada de aquel corazón ardiente, que al palpitar escuchaba. ¡Él
le contaba sus penas y también sus ilusiones! En una plaza famosa
todo vestido de luces, con el capote en el brazo y la montera en
la mano, al público le brindaba aquel toro de su vida. Los capota-
zos giraban, y al terminar la faena la vuelta al ruedo le daban. Los
aplausos le embriagaban y dormido se quedaba. La Luna lo está
mirando adivinando sus sueños.
   Un pensamiento le vino:
    ¡Tal vez su futuro fuera una vida desgraciada!
    ¿Qué planeta reinaría el día que aquel muchacho hacia este mun-
do venía?

domingo, 31 de julio de 2011

Relatos de la abuela lola: Mercedes.

  Son recuerdos que te vienen cuando estás en la misma habitación, sentada en el mismo sillón, cerca de la mesa y el televisor enfrente; y te das cuenta de que ya no tienes sentada a tu lado a una persona querida: mi consuegra Mercedes. Ella tenía una sencillez, armonía y serenidad hablando, que daba gloria escuchar. Eran recuerdos agradables, no de nostalgia. Contaba sus relatos con una memoria que no parecía que fuesen de una persona con cerca de noventa años. Cuando me veía entrar, me decía: Lola, que alegría me da verla. Yo le contestaba: Mercedes, la senda ya está hecha. Se reía y me decía: siéntese usted aquí. ( En el mismo sillón de mis relatos ). Empezábamos a hablar, y en nuestra mente de personas mayores, siempre estaban nuestras historias del pasado, de las coplillas de la época, los juegos, el teatro; y de nuestros amores. Tantas anécdotas, que terminábamos riendo. Me encantaba cuando me decía el padrenuestro en francés. Era una verdadera católica, con su Virgen de Utrera, a la que pedía todo con tanta devoción, que la virgen la escuchaba. Para mí era una persona culta, elegante y maravillosa.

martes, 12 de julio de 2011

Manos rugosas.

Manos rugosas por los años ya pasados,
desgaste ya de los huesos.
Igual que el cauce de un río vamos siguiendo
entre silencio y murmullo.
Como las grandes tormentas
después de la tempestad
queremos la serenidad.
Siempre la vamos siguiendo
pero es difícil encontrarla.
Personas mayores somos,
y somos los incomprendidos
de la juventud moderna
y aunque la sangre les corra,
todos somos cauce de ella.
Poco a poco va pasando
y al final el charco queda.

lunes, 27 de junio de 2011

A los 82 años

Me dirijo a personas mayores. Es una palabra hermosa y bonita: mayores. Pero para mí, con mis 82 años, me palpita el corazón más ligero cuando mis nietos me gritan al verme: abuelita, abuela Lola.
Pero voy a contaros un poquito del cambio de mi existencia. Para todas las personas de mi edad que hemos padecido de todo en la vida, desde una guerra hasta la pérdida de nuestros seres queridos. Por eso voy a contaros que fué sólo con un lápiz y un cuaderno. Estando en el hospital con mi marido enfermo, pasaban los días y días, viendo y escuchando tantas cosas que se iban acumulando en mi cabeza. Me llevé un lápiz y un cuaderno, y sin darme cuenta había abierto una puerta para darle salida a mi imaginación. Empecé a escribir cosas sin saber lo que ponía. Pero una mañana , un médico se fijó en lo escrito que tenía encima de la mesita y me preguntó si lo había escrito yo, y le dije que si, pero que no tenía importancia. Se equivoca, me dijo, está bien escrito, pero sin darse cuenta, está haciendo la mejor terápia que existe: escribir todos los días lo que pasa por nuestra mente, si no le interesa que alguien lo lea, rómpalo y tírelo. Así que hay que abrir una puerta a nuestra mente y pongamos alas para que nuestros pensamientos de dolor de tantos años encuentren la libertad y el amor de los nuestros.
Abuela Lola.

sábado, 25 de junio de 2011

Me han hecho este blogger, que yo no se lo que significa , pero que según me han dicho todo lo que escriba lo pueden leer en todo el mundo.He comprendido a mis 82 años, que la mente es siempre joven.
Quiero trasmitir a las personas mayores,