domingo, 1 de julio de 2012

EL MÚSICO.

Voy a relatar mi historia, tal vez para descansar mi conciencia o recordar mi vida, pués no sé si obré bien o
o mal,  pués mis fuerzas ya me van abandonando.  Tengo tantas preguntas sin respuesta:  ¿Porqué vivíamos en aquellos lugares, que con la escaséz de lluvia todo estaba seco, pedregoso y solitario? ¿Qué misterio era aquel que mantenía escondida a mi madre en aquellos parajes? Nunca me lo contó: sólo el viento lo sabía.
Yo iba creciendo; como todo niño vivía de la fantasía. ¿ Pero, ha valido la pena? Nunca se lo pregunté al tiempo. Mi madre me decía: si contemplas la luna, la verás en el monte más hermoso nunca visto.           
Yo miraba...  no veía nada  ¿Sería fantasía de ella o quizás de su alma?  Solo veía palomas que volaban, pero poco duraban; los cuervos al acecho las devoraban. Siendo aún  pequeño, le preguntaba por nuestras vidas, pero ella callaba y callaba. Un día,  mirando el fuego,  vi en sus ojos que algo le atormentaba, quizás  fuera por los estragos que el transcurso del tiempo le causaba en el interior de su cuerpo y en su corazón. Era feliz en mi niñéz, con todo lo que la naturaleza me daba,  y con ella a mi lado. Pero un maldito día vi como la muerte me arrebataba a la que tanto quería. ¿Que hacer sin ella? Me horrorizaba pensarlo. No había visto otros parajes  más que aquellos. Entonces vi como mi madre me
cogió las manos y me dijo: Éste es mi destino, busca el tuyo, eres fuerte.  ¿Que se-
ría el destino? ¿Los árboles que me hablaban con sus ramas, las piedras con sus encan-
tos, el viento con su silvido,o tal vez las noches con sus estrellas? ¿Que hacer sin ella?
No había visto otro mundo más que aquel. Entre mis manos, mi madre,  me puso un trozo de tela escrito con su sangre. ¿Quién fué ella y qué otra vida tuvo?  Nunca lo supe, y ahora buscaba respuestas.
La enterré en el árbol más frondoso.La noche se me echó encima. Miré para la luna y sólo veía estrellas. Recorrí campos y villas preguntando por una dama que desapareció en circunstancias extrañas.
Míraba escudos de grandeza... de buítres o palomas , pero nadie contestaba ¿Qué misterio
se escondía que nadie me daba noticias, ni las damas alcahuetas de cabezas alocadas, ni
las doncellas de casas ilustres?  Cansado de preguntar, volví a visitar la tumba de mi madre, y vi sorprendido como los cuervos rodeaban los huesos completamente limpios de la que fué mi vida, como si fueran guardianes de ellos. ¿Qué secreto sería, del cielo o de la tierra? Los cuervos desaparecieron.
Fijamente miré los huesos como si viera notas de música en ellos, y me vino esa paz de
espíritu, cuando recogí mi tesoro, como nunca había sentido. Fuí músico con mis valiosos instrumentos. Cuando mi boca se posaba en preciosas notas yo notaba que otros labios se posaban en los mios. Nunca pude descifrar lo que con su sangre escribió.¿Qué encerraba su alma: amor, odio, o tal vez quiso tanto que tuvo miedo a destrozar un amor imposible? Nunca me lo dió a entender, que su grandeza de alma era tal, que se trajo consigo parte de un corazón partido.Ya músico, con estos instrumentos,  recorrí pueblos y ciudades. Nadie más que yo podía  tocarla...  y en un convento se exponen en una tumba sin nombre.

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